En la CDMX, El Monje Loco es leyenda. Sus tortas son enormes, frescas y llenas de sabor. La estrella: la de quesillo, hecha con queso auténtico de vaca en hebra —nada de versiones procesadas. También brillan la de carnitas y la pierna adobada, ambas una delicia.
Comer aquí es todo un ritual: necesitas estrategia para atacar la torta sin que se desarme. El lugar tiene historia, fundado en 1936 por “El Monje”, quien creía en servir con generosidad. Esa filosofía se mantiene viva en cada torta rebosante.