Y no, no es un viaje cualquiera, es una inmersión total en la alegría, el color y el sabor de uno de los estados más fascinantes de México.
Desde el momento en que pisen sus tierras, sentirán la magia. Oaxaca no solo tiene un clima espectacular, sino que cada calle, cada rincón, ¡cada mole! les contará una historia.

Prepárense para perderse (en el buen sentido) en el Centro Histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad. Es como caminar dentro de una postal viviente, con sus edificios coloniales de cantera verde que brillan bajo el sol.

Pero Oaxaca es artesanía vibrante: alebrijes que parecen sacados de un sueño, textiles que son obras de arte y barro negro que deslumbra por su elegancia. Y claro, no podemos olvidar el mezcal. ¡Salud! Cada sorbo es un pedacito de agave y tradición.
Así que ya saben, si buscan un viaje que les llene el alma, les alegre la vista y les consienta el estómago, Oaxaca los espera con los brazos abiertos y una sonrisa. ¡No se lo pierdan!
