En el corazón de la Condesa, entre calles arboladas y cafés modernos, se encuentra una joya que resiste al paso del tiempo: la Nevería Roxy. Fundada en 1946, esta heladería conserva su esencia retro con muebles clásicos, vitrinas antiguas y un ambiente que te transporta a otra época. Es de esos lugares que no necesitan seguir tendencias porque ellos son la tradición.
Lo mejor aquí son sus nieves y helados artesanales. Las de fruta (como mamey, guanábana, maracuyá o limón blanco) tienen ese sabor natural que sólo se consigue cuando se usan ingredientes de verdad. Los helados cremosos no se quedan atrás: destacan el de cajeta, vainilla, nuez y uno de arroz con leche que sabe a postre casero. También hay malteadas, helado flotante y banana split para los que buscan un toque clásico.
Los precios son un poco más altos que en una heladería común, pero la calidad y el ambiente lo justifican. No es un lugar para una visita rápida, sino para sentarte con calma, disfrutar tu nieve y dejar que el tiempo pase más lento. Eso sí, algunas sucursales tienen poco espacio, así que puede no ser ideal si vas en grupo.
Si estás por la Condesa y quieres una experiencia que combine sabor, historia y nostalgia, la Nevería Roxy es una parada obligada.